
LA ANSIEDAD
¿Quién no ha sentido alguna vez la boca seca o las manos temblorosas? ¿Recuerdas la última vez que te dolía la tripa o la boca del estómago? ¿O que parecía que el corazón se te saldría del pecho, bombeando rápido y fuerte?
Todas estas reacciones del cuerpo son manifestaciones de nerviosismo y ansiedad, y su origen se remonta a los homínidos, de los cuales evolucionamos. Y es que estas reacciones preparan al cuerpo, al individuo, para una reacción inminente ante un peligro o amenaza. Nos predisponen para el ataque o la huida. Por ejemplo, la taquicardia provee de más sangre, y más rápidamente, al cuerpo, para un ejercicio físico intenso; o el dolor de barriga se debe a movimientos intestinales para evacuar su contenido, pesar menos, y ser más veloces.
Hoy en día el ser humano no se enfrenta a estas situaciones, y resuelve sus conflictos, generalmente, mediante el diálogo y la relación, pero este resorte, este mecanismo, se activa igualmente al sentir amenazada nuestra integridad psicológica o emocional. Y podemos experimentarlo ante un peligro real o frente a nuestra creencia de que algo puede suceder, aunque no esté sucediendo.
Es bueno que exista, es bueno prepararse para la acción, estar atentos y listos… pero este mecanismo puede perder su utilidad, su funcionalidad, cuando se activa muy a menudo y/o muy intensamente, por ejemplo en una época de mucho estrés, crisis personal o dificultades con la pareja o la familia. Puede suceder entonces que este disparador se desregula, y aunque superemos, resolvamos o deje de existir el conflicto que lo activaba, siga activándose de forma automática, y vivamos con una sensación de intranquilidad, o miedo, de forma continua. Y para nada.
Hay varios cuadros clínicos que se deben a este desequilibrio, como la ansiedad generalizada o el estrés post traumático…
Es algo muy desagradable y desconcertante, estar nervioso sin saber porqué, o con una idea muy vaga, día tras días… Además de que podemos pensar negativamente de nosotros mismos, cómo si no pudiésemos resolver las cosas o no valiéramos, o nos hubiéramos quedado anclados en algo.
Si crees que te sucede algo similar, o que alguna sensación te acompaña desde hace demasiado tiempo y te genera malestar, en el centro de terapia psicológica Kairós podemos ayudarte.
Veremos qué sucede o sucedió, qué conflicto hay, y te acompañaremos en la búsqueda de la mejor solución para tu momento, y para que puedas seguir adelante con tu vida y tus proyectos.
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