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LAS RELACIONES HUMANAS

Las relaciones humanas son enormemente ricas: en bienestar y en sufrimiento. Cuánto nos ha alegrado una tarde con un amigo, cuán especiales nos hemos sentido gracias a nuestra pareja, o tan valorados por un compañero de trabajo. Y a la vez, cuánta duda, inseguridad, rabia o malestar nos ha creado el contacto, el roce, la relación, con esas mismas personas u otras.

Y cuando esto nos sucede, cuando algo nos impacta, por bien o por mal, cuando nos eleva o nos hunde, es bueno decirlo; es bueno decírselo a la otra persona; compartir.

Es de bien nacidos, ser agradecidos. Así reza este antiguo refrán, y apunta precisamente a sentarse con esas personas que nos aportan felicidad, y poder reconocerlo y agradecerlo, delante de ellos, con ellos, para ellos, y para nosotros. Fortalece la relación, suma un granito de arena. Quizá no estamos acostumbrados a hacerlo, pero es un ejercicio muy saludable, y que redunda en nuestro desarrollo personal.  Y cuando un episodio no ha sido agradable, aún suma un granito de arena más grande poderlo decir. Porque algo ha quedado fracturado para nosotros, ya sea la relacióno nuestra integridad psicológica o emocional.

Claro que cuesta mucho más. Requiere más valor. Algo ha sucedido, y nosotros hemos construido una historia sobre ese algo, un texto en el que seguramente nos describimos como heridos, tratados injustamente, o no suficientemente valorados o premiados. Esta construcción sólo puede llevarnos al resentimiento, a la rabia y a la lejanía. Es lo fácil. Y gran parte de esa historia tiene más que ver con nosotros y nuestras experiencias pasadas, que con el presente sucedido y el otro.

Pues aquí se propone aceptar esas primeras reacciones que tenemos de rechazo e intentar trascenderlas; es decir, pensar y sentir que esto no trata sólo de mí, sino también de la otra persona. Y que por tanto, mi verdad no tiene por qué ser la única o la válida, ni la solución hasta el momento, la definitiva para todos.

Y así nos acercamos al otro, con la intención de sanar nuestra posible herida o la suya, o la del vínculo que nos une. Y en serio, aún no conocemos a nadie que no haya salido mejor de lo que entró a esa conversación.

¿Qué nos frena pues, a dar este paso adelante y acercarnos, que promete bienestar y normalidad? A veces el freno es no reconocer delante de otro que nos hemos sentido débiles o vulnerables. Otras, nos detiene el miedo que nos da que la otra persona no piense igual, o no nos lo ponga fácil. También, seamos sinceros, puede no gustarnos reconocerque nos hemos equivocado o hemos sido egoístas; inútil orgullo para esta situación.

Todas estas trabas pueden sobrellevarse si creemos que el resultado de encontrarse con el otro, va a ser mejor que nuestra posición pasiva, enfadada o resentida. Si nos importa la otra persona y la relación que compartimos, es natural luchar por ello.

Aceptando que el trato con otros es tan rico, podemos pensar que es un camino de aprendizaje, que nos brinda valiosas lecciones sobre cómo son las cosas, y sobretodo, cómo somos cada uno. Quién está delante nos hace de espejo, devolviéndonos imágenes cercanas o bien desconocidas de nosotros, que si aceptamos por igual, nos permitirán conocernos más y crecer. Por no hablar de desarrollar la sana capacidad, pero a menudo olvidada… de perdonar y dejar ir…

En el centro de terapia psicológica Kairós queremos ayudarte a que disfrutes la alegría de tus relaciones y también a que encares y resuelvas los conflictos con los demás desde una nueva perspectiva, conciliadora, reparadora y amorosa.

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